Riporto questa intervista (in castigliano abbastanza comprensibile, comunque rimango a disposizione per scrivere la traduzione nel caso ci fosse qualcuno che ha problemi con lo spagnolo) a Luciano Vasapollo apparsa sul periodico venezuelano "todosadentro" che a mio avviso offre alcuni spunti interessanti sull'approcio che secondo Vasapollo i marxisti dovrebbero avere nella critica al vigente sistema capitalista. Ovviamente in questo articolo/intervista si fa ampio riferimento alla Rivoluzione Bolivariana ed in parte (l'intervista non era incentrata su questo) a quella Cubana.
La crítica debe ser concreta no ideológica
La universidad tiene que salir de sus muros para acompañar los movimientos sociales, esto fue lo que hizo Carlos Marx —el 5 de mayo se conmemoraron 190 años de su nacimiento— hace más de un siglo y debe ser la razón de vida de los intelectuales militantes, comprometidos con la transformación. Este es el leiv motiv de Luciano Vasapollo, economista italiano, que vino a Caracas a participar en el programa Palabras en Puerta promovido por la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad, capítulo Venezuela.
Defensor del pensamiento marxista, desde la teoría y la praxis, Luciano Vasapollo marca distancia con algunos colegas catedráticos. “América Latina no es un laboratorio de la revolución, como afirman muchos intelectuales europeos, porque si fuera así significaría que nosotros tendríamos una idea neocolonial del mundo y estaríamos usando este subcontinente para la experimentación. Aquí hay un proceso real de transformación hacia el socialismo de un enclave neocapitalista y neoimperialista”.
—¿Cómo compatibilizar la economía aplicada burguesa con la marxista? —
No existe la economía marxista. Soy simplemente marxista. No se trata de una idea, sino de crítica a la sociología, a la política, al sistema de producción. La palabra crítica significa análisis profundo, no lo banal. El marxismo es un movimiento real, no ideológico, que tiene la idea de transformar al mundo, de superar al capitalismo. Por eso me defino como marxista que piensa a través del contacto con los movimientos de lucha e interpreta cómo se puede cambiar al mundo. Critico a la economía aplicada porque el dato estadístico puede ser manipulado. Hablar de desempleo, de trabajo precario, de redistribución de la riqueza, por mencionar algunos ejemplos, puede llevar a análisis contrapuestos. Un economista de izquierda en Italia te puede decir que el trabajo precario es una oportunidad de generar empleo, en mi caso diría que no hay garantías laborales, tanto del salario como del trabajo, lo cual genera una precariedad en la calidad de vida de la población. Lo que quiero resaltar es que dos personas con el mismo dato estadístico dan dos interpretaciones, la cuestión es cómo se analizan los problemas del mundo. En mi caso soy un militante y crítico del imperialismo y la globalización neoliberal. En esta corriente estamos un grupo cada vez más numeroso de intelectuales.
—¿En el fondo de esas posiciones hay un sesgo ideológico? —
La crítica no debe ser ideológica, tiene que ser concreta. La globalización, la explotación y la destrucción de la naturaleza determinan la centralidad de la ganancia por encima de lo humano. Es la guerra económica a través del FMI que va contra la autodeterminación de los pueblos. Aquí hay elementos concretos. Se trata de asumir el lado de las empresas transnacionales o el de los pueblos oprimidos.
Principios centrales
—¿Cómo asume el socialismo?—
Asumo la construcción de un movimiento real para cambiar el mundo sobre tres principios fundamentales: primero, la centralidad de la teoría del valor de Marx, sustento de la teoría de la explotación; segundo, la concepción del materialismo histórico como método para superar las condiciones materiales de vida; y tercero, se debe considerar la lucha de clases como instrumento de erradicación de la explotación, poner el bien común por encima de la ganancia.
—¿Esto está en sintonía con la Revolución Bolivariana?—
Cuando se propone la redistribución social de la riqueza, salario base para toda la población, un aumento del salario mínimo a 372 dólares —el más alto de América Latina—, la nacionalización de los sectores estratégicos de la economía, la democracia participativa, una Constitución que respeta a las minorías, para mí en estos planteamientos está la idea del socialismo. Por eso considero que la propuesta del presidente Chávez tiene mucha fuerza.
—¿La estatización puede convertirse en capitalismo de Estado? —
El camarada Antonio Gramsci afirmaba que el socialismo es un proceso, por lo que es necesario recorrer un camino de transición en el que se mantiene la lucha de clases y se estimula la propiedad social, estatal y comunitaria, aunque permanece activa la propiedad privada capitalista. El socialismo parte de las condiciones de producción existentes y a mí me parece que el Gobierno bolivariano marcha en esta dirección, hay un proceso real de transformación que rompió con el programa de aduste del Fondo Monetario Internacional, multilateral que sofoca la economía de los pueblos, y está impulsando el Banco del Sur que presta en condiciones ventajosas e incluye proyectos sociales, además, se creó PetroSur y PetroCaribe que promueven convenios y asociaciones energéticas en América del Sur y el Caribe, Telesur en el espacio de integración audiovisual, son hechos concretos, no estamos hablando de teorías. Los ingresos del petróleo se utilizan en la gente.
Gran desafío
—¿Es sostenible en el tiempo ridistribuirla renta petrolera? —
En el corto plazo se debe utilizar la renta petrolera para darles respuesta a problemas más urgentes de la población como salud, vivienda y educación. En el caso venezolano observo un proceso paralelo de crear valor agregado mediante el estímulo a las iniciativas productivas locales, que indican que se está pensando en generar riqueza, pero se necesita tiempo. Hay un plan que el Gobierno bolivariano está desarrollando que incluye la soberanía alimentaria que es necesario considerar. En el mundo del mercado se puede tener una relación de intercambio que no es de mercado, como intercambiar asistencia médica con petróleo, como hacen Venezuela y Cuba, este es el gran desafío.
—¿Los críticos de la izquierda argumentan que China y Cuba van hacia el capitalismo?—
El proceso chino y el cubano son diferentes. El Gobierno de China tiene que darle respuesta a 1.500 millones de habitantes, mientras que la revolución en Cuba sufre 50 años de bloqueo, sin embargo, sostiene una larga transición al socialismo. Los cubanos están salendo del período especial y han entablado una nueva relación con China y con Venezuela —muy importante a travéò del Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA). En el país caribeño hay una planificación centralizada de Estado con una economía, hasta donde se pueda, de diversas modalidades de propiedad.
—¿Hay que desarrollarlas fuerzas productivas? —
El pensamiento de Marx está más vigente que nunca. En los escritos del intelectual alemán se extrae que no se puede hacer el salto de una vez a la sociedad comunista, es necesario planificar y estimular las fuerzas productivas, pero sin perder de vista la humanidad, la naturaleza y las contradicciones del capitalismo.
—¿Percibe improvisación en los procesos progresistas de la región?—
Creo en la autodeterminación de los pueblos y por eso sería pretencioso hablar de lo que conviene al pueblo venezolano. Es necesario evaluar las condiciones reales de cada país y considerar el ámbito internacional, porque el imperialismo es un hecho real, no ideológico, como pretenden las clases dominantes. Creo en la buena fe de tu pregunta y te respondo que la improvisación puede ser creativa al transformar la realidad con alegría y felicidad. La vía de cambio sobre el concepto de racionalidad económica provocó el fracaso del movimiento obrero y de la izquierda en Europa, porque en el fondo esta racionalidad es la del capital por encima de los intereses de la gente, por tanto prefiero la improvisación.
—¿Los sindicatos europeos están al servicio del capital?—
No son sólo los sindicatos, Europa está pasando un momento difícil, la Constitución de la Unión Europea excluye la visión social. Formó una unidad monetaria, económica y política y se pone como modelo de una Europa imperial, más moderada que la del imperialismo estadounidense pero imperio al fin, con su guerra colonial, militar y financiera de espaldas a los intereses de los trabajadores. La izquierda europea con una tradición de lucha se quedó a la saga, al igual que el movimento obrero, no le pusieron un límite a ese modelo de integración que riproduce el capitalismo salvaje. Más bien se formó una izquierda moderada sin grupos de base, que raya en el neoliberalismo. Los resultados de estas últimas elecciones en Italia son desastrosos para las fuerzas progresistas, la izquierda radical es la primera vez que no tiene representación en la Cámara de Diputados después de la Segunda Guerra Mundial.
http://todosadentro.aporrea.org/nume...dentro-212.pdf (pagina 20)